martes, 1 de octubre de 2013

Charlie el Primate


Relato publicado en Periódico Irreverentes - 17/10/2013 



                                                                                             

Como un primate preso en su jaula, lo veía todas las mañanas en su escritorio. Con la mirada perdida, gesticulaba y masticaba las palabras. Encorvado y ensimismado sobre sus escritos, sin prestar atención a nadie.
Después se levantaba, caminaba hacia la puerta, la abría mecánicamente y se marchaba a un rumbo desconocido. A algún lugar donde su mente astuta pudiese expresar sus demonios sin restricciones.
Yo comencé a llamarlo el primate porque tenía la sagacidad de ellos. Charlie era igual a estos en su manera de ser. Se las ingeniaba para llamar la atención más allá de sus intenciones.
Tenía los brazos extremadamente largos y la espalda ladeada, característica que lo asemejaba aún más a los antropoides.  Era imposible precisar si alguna vez se había enamorado. 
El día que apareció Ana en la tienda se sonrojó al verla. Miró a su alrededor con sorpresa, como si recién hubiese descubierto donde estaba.
A partir de ese momento, adoptó la costumbre de hablar suavemente y, siempre que lo hacía, observaba si ella estaba cerca.
La chica era linda, espontánea y dueña de una sensualidad única, tanto hombres como mujeres, reparaban en ella.
Charlie y ella eran antagónicos. Dos polos opuestos imposibles de atraerse. No obstante el romance entre ellos floreció. Ella con su sex appeal y él con sus remilgos y mirar solapado.
Cuando Ana dejó de venir al negocio, le pregunté a Charlie por ella. Encogiéndose de hombros me dijo
- Ella no me quiere.
-Terminaron?- le pregunté
-No. Por qué habríamos de terminar? No es su afecto lo que me interesa de ella. Se levantó y salió caminando no sin antes lanzar una mirada torva sobre mí.
Una mañana llegó radiante y me dijo
-Nos vamos a casar!
-Cuándo?
-El lunes que viene
-Felicitaciones Charlie- respondí sorprendida
El lunes siguiente se casaron. Charlie después de la ceremonia vino a trabajar como de costumbre.  Llegó solo, sin Ana, ofreció disculpas en nombre de ella y dijo que se sentía cansada.
A partir de la boda  noté una transformación en Charlie. Comenzó a vestirse con elegancia. La curvatura de su espalda se desvaneció. Pasó a ser locuaz y agradable con todos, sus ojos desprendían un destello que solo la felicidad otorga.
 Pasaron los meses y todo parecía viento en popa en la vida del ex simio ahora dueño de una gran seducción  y magnetismo únicos.
A Ana no la vi más;  hasta aquella mañana que entré y vi una criatura sentada en una silla, con el cuerpo encorvado y los brazos pendiendo a los costados. 
 Me acerqué con cautela... tímidamente balbuceando dije...-Ana, eres tú?...
Ella levantó la cabeza y me miró con aquella mirada torva que alguna vez  supo tener Charlie.

                                                                        Nora Ibarra
                                                           Curitiba-Brasil. Octubre 2013



No hay comentarios:

Publicar un comentario